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Ser o no ser Europa

Veintitrés de junio del 2016. La fecha de este jueves puede quedar impresa para siempre como el día en que se subvirtió el actual orden europeo si los electores británicos dan un salto al vacío y votan en referéndum por romper el matrimonio que desde 1973 les une a Europa. Una decisión que no tiene precedentes y que abriría un camino absolutamente incierto, con un impacto desconocido en las islas británicas que las mareas atlánticas arrastrarán también hasta la otra orilla del canal de la Mancha.
Los sondeos apuntan a un resultado muy reñido entre los partidarios del ‘brexit’ (salida) y ‘remain’ (permanencia), con lo que el veredicto final quedará a merced de la participación y del alto número de indecisos. La noche del jueves se prevé muy larga enDowning Street, en Bruselas y también en la City londinense, en estado de emergencia ante el terremoto que se espera en los mercados financieros como primera reacción si gana el ‘brexit’.

Y aunque se evite la ruptura y los mercados vuelvan a respirar tranquilos, nada va a ser igual en la relación del Reino Unido yEuropa. En un clima de confianza quebrada, deberán sentarse a pactar las condiciones del divorcio o seguir en el matrimonio bajolas nuevas reglas acordadas en febrero entre el primer ministro, David Cameron, y sus socios. Lo que las urnas dirimirán es si las concesiones comunitarias que otorgan mayor soberanía a Londres han satisfecho a unos británicos permanentemente insatisfechos o bien si se han dejado arrastrar por los castillos en el aire que ha dibujado la campaña del ‘brexit’.
Sin una hoja de ruta clara y sin un plan de futuro sobre cómo afrontar una ruptura con su principal socio comercial, los partidarios de abandonar la Unión Europea han jugado la carta nacionalista apelando continuamente a la “soberanía” –un asunto muy pasional, arraigado y simbólico en la mentalidad británica- para pedir el voto por la salida de la UE. “Retomemos el control”, ha repetido de forma machacona Boris Johnson, exalcalde de Londres y miembro del Partido Conservador, erigido en la cabeza visible de la campaña favorable al ‘brexit’.
El “día de la independencia” es como han bautizado esta cita con las urnas Johnson y el líder del partido populista UKIP, Nigel Farage. Un discurso que provoca el espanto de Enrique Nespereira, español residente desde hace 40 años en el Reino Unido. “Hablan de recuperar su país, ¿pero es que alguna vez lo han perdido? Hablan de un país que nunca ha existido”, comenta con la evidente preocupación además de que una salida de la UE le deja a él y a las decenas de miles españoles residentes en el Reino Unido -100.000 inscritos oficialmente en el consulado- en el limbo.

Y ese país llega a las urnas fracturado: dividido generacionalmente –los jóvenes están con la UE, los mayores en contra- y geógraficamente –Escocia, Irlanda del Norte y Londres se declaran por la permanencia mientras que la Inglaterra profunda está en contra. Nada mejor simboliza esta fractura que ver a cinco ministros del Gobierno y a un secretario de Estado haciendo campaña en contra del primer ministro.
Cameron, que embarcó a su país en esta incierta aventura por cálculos de política interna –necesitaba cohesionar al Partido Conservador ante el auge del euroescepticismo para ganar las elecciones- ve ahora su futuro pende de un hilo. El dirigente ha asegurado que no dimitirá, pero son muchos los observadores que ponen en duda que pueda soportar la crisis política que se le viene encima y pilotar él la negociación para la salida.
En su campaña, el ‘premier’ ha contado con la ayuda de dirigentes de todo el mundo y de las principales instituciones financieras internacionales, que han advertido de las devastadoras consecuencias económicas que para el Reino Unido tendría el ‘brexit’. Frente a este discurso, Johnson y Farage han jugado la baza la inmigración, en una campaña que ha ido creciendo en agresividad y que dio un giro dramático la semana pasada con elasesinato de la diputada laborista Jo Cox.
No es la primera vez que los británicos votan sobre Europa. Ya lo hicieron en 1975, cuando decidieron quedarse con un 67% de los votos. Entonces sintieron que hacía mucho frío fuera. Han pasado 41 años y ha llegado el cambio climático. Eruropa es más Europa. Y los británicos siguen siendo muy británicos. El futuro está abierto.
El periodico

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