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Última hora del coronavirus

Australia registra su mayor número de contagios diarios desde el inicio de la pandemia | Italia, Países Bajos y Suecia reimponen restricciones para los viajeros que lleguen de Estados Unidos

AstraZeneca y la UE anuncian un acuerdo que pone fin al litigio por las demoras en la entrega de vacunas

La farmacéutica se compromete a aportar 200 millones de dosis antes de la primavera de 2022 y acepta rebajar el precio en caso de nuevos retrasos

La agria batalla entre Bruselas y la compañía anglosueca AstraZeneca concluye finalmente con una entente cordial. Las dos partes, enfrentadas desde el principio de la campaña de vacunación por el retraso en las entregas de dosis del fármaco contra la covid-19, han alcanzado este viernes un acuerdo con el que dan carpetazo a la contienda judicial. La farmacéutica se compromete a seguir un calendario para poner a disposición de los Estados miembros 200 millones de dosis antes de que acabe el primer trimestre de 2022 y acepta rebajar el precio en caso de incurrir en nuevos retrasos. Ambos contendientes han expresado su satisfacción con el pacto.

La pelea entre las dos partes comenzó antes incluso de que las inyecciones del laboratorio fueran aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), en enero de este año, y fue agravándose poco a poco hasta alcanzar un tono bronco que anunciaba tormenta. En abril, mientras la estrategia de inmunización europea era duramente criticada por su tímido arranque, algo que la Comisión Europea atribuía en parte a lasreclamar en los tribunales el cumplimiento del contrato.demoras en las líneas de producción de AstraZeneca, Bruselas decidió dar un paso al frente y

Prometía ser uno de esos juicios de película: largos, complejos, laberínticos y con cierto tono épico. En junio, tras dos vistas a cara de perro en el Palacio de Justicia de Bruselas, la Comisión se anotó una primera victoria parcial, cuando el tribunal de primera instancia concedió parte de las medidas cautelares solicitadas: aunque no satisfacía todas sus demandas, obligó a la compañía a suministrar 50 millones de dosis antes del 27 de septiembre y amenazó con una multa de 10 euros por cada vacuna no entregada. Tras la vista sobre las medidas cautelares, este mes de septiembre estaba previsto que arrancara el juicio de fondo sobre el incumplimiento o no de los derechos y obligaciones derivados del contrato firmado entre la Comisión y AstraZeneca. Pero el acuerdo sellado pone fin a la batalla.

Las vacunas pierden eficacia contra la infección pero siguen evitando la covid grave y la muerte

Varios países detectan que la protección de las inyecciones cae con el tiempo, pero los inmunizados tienen 29 veces menos riesgo de hospitalización que los que aún no se han pinchado

La variante delta del coronavirus ya es dominante en muchos países y las estadísticas empiezan a mostrar indicios de que las vacunas están perdiendo algo de eficacia pasados ocho meses o más. Pero un análisis detallado de los datos deja claro que estas vacunas son claves para la lucha contra la pandemia, ya que siguen evitando que los ciudadanos ingresen en el hospital con covid y que puedan morir por ello.

Los datos más preocupantes llegan de Israel. Hace unos días, un trabajo preliminar y no revisado por expertos independientes aseguraba que las vacunas están perdiendo eficacia contra la infección, de forma que los que se vacunaron en enero tienen más riesgo de contagiarse que los que lo hicieron en marzo. Esta semana, otro estudio preliminar, también en Israel, muestra que la gente que recibe una tercera dosis tiene 11 veces más protección contra la infección. Ya en julio el ministerio de salud del país alertó de que la eficacia de la vacuna de ARN contra la infección sintomática había bajado al 64%, lejos del 94% registrado en los ensayos clínicos realizados antes de la llegada de la delta.

Sin embargo, los expertos explican que hay varias razones para seguir confiando en las vacunas. Para empezar, es importante diferenciar entre eficacia y efectividad. Los ensayos clínicos controlados de las inyecciones tenían como objetivo primario evitar la infección con o sin síntomas. Con ese listón, las vacunas pueden estar perdiendo algo de eficacia, pero mantienen su efectividad, que es la medida de su impacto positivo en el mundo real. Esta ha sido brutal, pues han evitado la inmensa mayoría de casos graves y muertes.

En el Reino Unido, EE UU y otros países también se han detectado indicios de que las vacunas parecen estar perdiendo poco a poco la eficacia contra la infección. En muchos casos esta es asintomática, pero también hay personas que registran algún síntoma. Pero ninguno de estos países ha visto merma de la efectividad de las vacunas contra hospitalizaciones y muertes. Las vacunas siguen salvando vidas.

En EE UU, el nivel de protección contra el ingreso por covid antes de la llegada de la delta era del 86% y, tras su aparición, del 84%, una diferencia que no es significativa desde el punto estadístico, según un trabajo reciente del Centro para el Control de Enfermedades. Más importante aún: la protección es del 90% en personas sin enfermedades previas y llega al 63% incluso en aquellos más expuestos al virus a pesar de las vacunas, que son las personas inmunodeprimidas (cuyos sistemas inmunes no funcionan correctamente por enfermedades congénitas o tratamientos para trasplantes o cáncer, entre otros).

 Otro estudio reciente demuestra la efectividad de las vacunas: en el Reino Unido se analizó la cantidad de PCR positivas en más de 700.000 personas antes y después de la llegada de la delta. La incidencia de infecciones graves que requerían hospitalización fue tan baja que el trabajo no vio ningún cambio en la efectividad de las vacunas contra la covid grave y la muerte por esta causa.

La cuestión, explican los expertos, es que la ciencia sobre el coronavirus ha cambiado de forma radical desde enero de este año. Los estudios de vacunas ya no se hacen con poblaciones seleccionadas y entornos controlados, sino que son trabajos observacionales que estudian su implementación en el mundo real. La mayoría de estos análisis intentan corregir factores que pueden distorsionar los resultados, como el estado de vacunación, la edad o las enfermedades previas. Y es aquí donde los preocupantes estudios de Israel resultan, quizá, no serlo tanto.

“Los datos de Israel son ciertos, pero decir que prueban que las vacunas han perdido efectividad es falso y tendencioso”, alerta Jeffrey Morris, experto en bioestadística de la Universidad de Pensilvania (EE UU). “Los estudios observacionales pueden tener muchos factores de confusión que hacen que un simple porcentaje se malinterprete. La situación de vacunación en Israel nos trae una tormenta perfecta de estos factores”, alerta este experto.

Hay que tener en cuenta, además, que Israel llegó a un acuerdo especial con Pfizer para recibir antes la vacuna a cambio de compartir datos sanitarios. Por eso se ha convertido en un referente para el resto de países, que ahora intentan entender si lo que sucede allí pasará también dentro de sus fronteras. Israel es el máximo defensor de la tercera dosis de recuerdo, que ya recomienda para toda su población mayor de 12 años. Las compañías farmacéuticas miran con atención, pues si el resto de países desarrollados siguen a Israel, tendrán una nueva ronda de ingresos millonarios con las dosis de recuerdo de unas vacunas de ARN, que tienen una venta complicada en países en desarrollo, ya que necesitan refrigeración. Sin embargo, la mayoría de expertos coincide en que no hay datos suficientes para aprobar una tercera dosis en población sana de cualquier edad.

El Reino Unido se prepara para decir adiós a la “libertad” del verano

El regreso a las aulas será fundamental para calibrar si deben imponerse nuevas restricciones, ante el aumento de los contagios y hospitalizaciones por el coronavirus

El Gobierno de Boris Johnson decidió rescatar su discurso en defensa de la responsabilidad individual frente a la pandemia cuando el 19 de julio proclamó el “día de la libertad”. Había llegado el momento de que los ciudadanos ejercieran su sentido común, en vez de que el Estado restringiera libertades de un modo coercitivo. Hoy no llegan a la mitad los usuarios del transporte público que usan mascarilla, y difícilmente se ve alguna en los centros comerciales. Las cifras de contagios, después de un breve espejismo de verano, se han disparado: más de 38.000 este jueves. No ocurre lo mismo con las muertes. Justo después del último puente vacacional, el pasado fin de semana, el número fue de 207. Era el más elevado desde el pasado marzo, pero tenía mucho que ver con el retraso en la contabilidad que ocasionan los días festivos. Este jueves, la cifra era de 178. Muy alejada de los casi mil diarios que se registraron el pasado enero, durante la última ola.

En las próximas semanas, cuando el regreso a las aulas y a las oficinas incremente las posibilidades de transmisión, podrá comprobarse si la variante delta del virus lleva camino de desbocarse y trasladar nuevas tensiones a un sistema público de salud que, de momento, aguanta sin problemas. Será el momento en que el Reino Unido deba decidir si quiere ser de nuevo un experimento que el resto del mundo observe desde la distancia o si lo inteligente es poner la venda antes de que la herida supure. Es decir, si mantiene a toda costa su libertad recobrada o impone nuevas restricciones sociales que permitan controlar un invierno que puede resultar complicado.

“Afortunadamente, hemos superado el punto crítico de la pandemia. Ha llegado el momento de recuperar los poderes excepcionales que, de modo poco inteligente, fueron entregados al Gobierno”, ha escrito en su cuenta de Twitter el diputado conservador David Davis, uno de los cabecillas de la rebelión en las filas del partido del Gobierno contra las restricciones sociales.

El diario The Financial Times ha anticipado este viernes que Downing Street se dispone a impulsar en la Cámara de los Comunes, en cuanto se reanude a mitad de mes el periodo de sesiones, nueva legislación para prorrogar los poderes de emergencia que se aprobaron al inicio de la pandemia. Es el modo de asegurar cobertura jurídica a nuevas limitaciones, si la pandemia vuelve a descontrolarse.

Las muertes de la quinta ola de covid empiezan a dibujar una lenta caída

El verano ha dejado casi 4.000 fallecidos por coronavirus, con una media de edad de 80 años, pero la letalidad es siete veces menor que en olas anteriores

Lo peor de la quinta ola de covid en España ya ha quedado atrás. La incidencia ha bajado este viernes por debajo de 200 casos por 100.000 habitantes, algo que no sucedía desde el 4 de julio. La caída de la curva de contagios, que comenzó a finales de ese mes, llegó dos semanas después a los hospitales, pero no acababa de reflejarse en el número de fallecimientos, que hasta ahora había seguido al alza. Los datos que proporciona diariamente el Ministerio de Sanidad, sin embargo, ya permiten atisbar una ligera bajada, aunque diariamente se sigue reportando más de un centenar de decesos (155 el viernes). Desde que comenzó la quinta ola, a finales de junio, se han añadido a las estadísticas más de 3.800 muertes de personas infectadas por el coronavirus, la mayor parte de ellas, ancianos: la media de edad es de 80 años.

La cifra exacta de fallecidos es una estadística imposible de medir en tiempo real. Las notificaciones acumulan retrasos que no permiten contemplar una imagen fidedigna hasta pasadas dos o tres semanas. Pero los datos que diariamente proporciona el ministerio son un termómetro aproximado de lo que está sucediendo. Por un lado, cada día añade a sus informes el número de fallecidos nuevos que han reportado las comunidades autónomas, aunque muchos de ellos tienen una fecha de muerte de días o semanas atrás. Lo que hacen los técnicos de Sanidad para su contabilidad es colocar cada defunción en el día que sucedió y proporcionan también diariamente la cifra de cuántos decesos hay confirmados en la semana previa.

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