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El Este y varios países del Norte rechazan el presupuesto de la UE

Las políticas tradicionales de la UE (agricultura y cohesión) van a la baja, y las nuevas prioridades (migración y seguridad) claramente al alza. Bruselas presentó este miércoles el primer presupuesto de la UE pos-Brexit, con un ligero aumento destinado a apuntalar la denominada Fortaleza Europa, algún remiendo para la eurozona y un polémico castigo para los países que no respeten los valores europeos. Los socios del Este salieron en tromba contra ese plan. Y algunos acreedores, como Holanda y Austria, rechazan de plano poner un solo euro más, aunque en Berlín gustó mucho la apuesta de Bruselas. La Europa que viene, a juzgar por el presupuesto, quizá se pueda resumir con un solo dato: los fondos de la UE permitirán contratar a 10.000 policías de frontera.
Alemania está obsesionada por evitar una unión de transferencias que le obligue a rascarse el bolsillo para pagar los agujeros en el Sur. Alemania vive angustiada tratando de evitar imágenes como las de 2015, con miles de migrantes llamando a las puertas del país más rico de Europa. Alemania, además, ha dado innumerables muestras de disgusto ante la negativa de varios socios del Este a acoger refugiados. Los nuevos presupuestos de la UE para el periodo 2021-2027 tienen muy presentes las grandes obsesiones germanas: las perspectivas financieras 2021-2027 elevan los presupuestos hasta los 1,3 billones de euros, ligeramente por encima del 1,1% del PIB de la UE, y ponen el acento en las nuevas prioridades en materia de migración, seguridad y control de fronteras, tal y como adelantó este miércoles EL PAÍS.

Tras un lustro de crisis en crisis, la UE ha perdido lustre: la narrativa europea no tiene épica ni efectividad frente al poderoso relato del populismo. Europa sabe que necesita refundar el euro, pero no está claro cómo se van a poner de acuerdo Francia y Alemania. Y del Brexit y de las amenazas en forma de presión migratoria, atentados terroristas y avances populistas emerge un nuevo consenso: al menos hay acuerdo para avanzar en la UE de la defensa y la seguridad, la denominada Fortaleza Europa.

Los presupuestos recogen con claridad ese relato: el capítulo de gestión de fronteras se triplica, hasta los 33.000 millones, que permitirán poner a disposición de la agencia europea de fronteras un total de 10.000 agentes. En la actualidad hay disponibles poco más de 1.500, frente a los alrededor de 100.000 con los que cuentan los Estados miembros. La rúbrica de seguridad se eleva un 40%, con 4.800 millones y la creación de un Fondo de Defensa de 13.000 millones, con un capítulo para aumentar la movilidad militar (equipos y ejércitos que deben ser transportados por las infraestructuras de la UE en caso de crisis) que se eleva a 6.500 millones: ese puede ser el embrión de una fuerza de acción conjunta en el exterior. Además, aumentan un 25% (hasta 120.000 millones) las ayudas destinadas a apaciguar el vecindario europeo y tratar de contener la migración.

La ensalada de datos es formidable, pero basta con retener las dos áreas en las que hay subidas: los citados capítulos migratorio y de seguridad, y los proyectos de I+D y digitales en el marco del Horizonte 2020. En contraste con esa nueva Europa, las caídas llegan en las políticas de gasto tradicionales, principalmente porque la salida de Reino Unido de la UE privará al presupuesto de 10.000 millones de euros anuales. La política de cohesión y la agrícola se reducen un 7% y un 5%, respectivamente. “No es una masacre”, sentenció el presidente Jean-Claude Juncker.

Fondos para el euro
La UE vive en un estado de transición permanente; la provisionalidad es su razón de ser. Pero si el presupuesto es la forma en que la política se ocupa de la realidad, las prioridades de Europa están cada vez más claras. Frente al foco en la migración y la defensa y la pérdida de peso de los fondos estructurales y agrícolas, la reforma del euro pasa casi desapercibida: las cuentas 2021-2027 crean dos nuevos fondos para apuntalar la eurozona. Hay 25.000 millones para que los países hagan reformas (de nuevo las obsesiones alemanas), y 30.000 millones adicionales para un presupuesto anticrisis que al final se ha quedado en un mecanismo que permitirá a los socios mantener el nivel de inversión pública en los momentos difíciles. Ese diseño queda muy lejos de las ambiciones del presidente francés, Emmanuel Macron. Y muy cerca de lo que quería la canciller Angela Merkel.

Con esos mimbres, se avecina un debate que será largo y complicado. Desde el primer día: Holanda y Austria —dos de los tradicionales acreedores— salieron este miércoles en tromba contra los planes de la Comisión. “Esta propuesta no es aceptable, hace que Holanda pague demasiado”, argumentó en el primer ministro holandés, Mark Rutte: su discurso revela la voluntad de este país de defender la posición histórica de Reino Unido en el debate presupuestario. En una línea similar, el canciller austriaco, Sebastian Kurz, criticó que la iniciativa impone “una carga excesiva para los países que son contribuyentes netos”.

Por motivos opuestos, el bloque del Este también recela de este plan inicial, que deberán aprobar por unanimidad los Estados miembros. Esa región ve con inquietud la caída de las partidas que más les benefician —cohesión y agricultura—, especialmente si se vincula la recepción de fondos con la salud del sistema judicial. “El camino hacia el compromiso pleno respecto al presupuesto está aún muy lejano” señaló el viceministro polaco de Exteriores, Konrad Szymanski.

Frente a esas reservas, la defensa alta y clara que realizó Alemania —y el indudable efecto arrastre que ejercerá sobre otros socios— mejora las perspectivas del proyecto de Bruselas. “Es un primer paso importante. Ahora debemos hacer todo lo necesario para lograr un resultado satisfactorio cuanto antes”, expresaron conjuntamente el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, y el de Exteriores, Heiko Maas.

El Pais

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