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Ucrania, donde comienzan y continuan los problemas de Trump

Ironías del destino. El país donde arrancó la trama rusa, la campaña de injerencia del Kremlin en las pasadas elecciones presidenciales estadounidenses en beneficio de Donald Trump, puede ser ahora el detonante de un proceso que podría acabar con la destitución del líder de la Casa Blanca.

A Trump le gusta tratar con los líderes de grandes potencias; hablar con dirigentes de países como Ucrania nunca ha sido una de sus prioridades, algo que demostró el pasado noviembre, cuando se negaba a coger el teléfono a Petró Poroshenko, el antecesor de Volodímir Zelenski, durante la crisis desencadenada por el apresamiento en el estrecho de Kerch de barcos militares ucranianos por patrulleras de Rusia.

Ucrania, además, está en el origen de los problemas del líder estadounidense relacionados con la denominada ‘trama rusa’, algo que parece tener muy presente desde que accedió a la Casa Blanca.

Manafort y sus vínculos con Ucrania

Fue precisamente el pasado de Paul Manafort, el jefe de campaña de Trump en el verano del 2016, lo que atrajo en primer lugar la atención de los investigadores y la prensa sobre la posible influencia de Rusia en el candidato del Partido Republicano, una formación que desde los tiempos de la guerra fría había sido partidaria de la mayor de las firmezas ante el Kremlin. El lobista había trabajado durante años como asesor de Víktor Yanukóvich, el presidente prorruso de Ucrania que huyó del país durante la revolucion de Maidán.

Manafort tuvo que dimitir al poco de ser nombrado por Trump en cuanto salieron a la luz las primeras revelaciones sobre sus vínculos con  mandatarios prorrusos de Ucrania y políticos de Rusia. Se halla ahora en prisión tras ser condenado por varios delitos relacionados con sus actividades en el país eslavo, y no se espera que pise la calle antes de diciembre del 2024.

El magnate neoyorkino parece ahora haber querido devolver el golpe a sus rivales políticos ante las presidenciales del año que viene. Joe Biden, vicepresidente de EEUU durante el mandato de Barack Obama y principal favorito en las filas demócratas, era el encagado de supervisar las actuaciones del Gobierno de Ucrania para luchar contra la corrupción tras la expulsión del poder del presidente Yanukóvich.

Y tal y como el propio Biden admitió públicamente el pasado año, durante una visita a Kiev que tuvo lugar en el 2016, presionó a las autoridades ucranianas para que destituyeran a Víktor Shokin, fiscal general, a quien acusaba de hacer la vista gorda ante la corrupción, bajo la amenaza de no desembolsar un préstamo pendiente de 1.000 millones de dólares. “Les mire y les dije: ‘me voy (de Kiev) en seis horas; si para entonces el fiscal no es destituído, ustedes no tendrán el dinero'”, recapituló el aspirante demócrata durante un debate que tuvo lugar hace unos meses en el Council of Foreign Relations, un influyente laboratorio de ideas de Nueva York.

El hijo de Biden en Kiev

Las acusaciones que agita Trump parten del hecho de que Hunter Biden, segundo hijo del exvicepresidente estadounidense, fue miembro entre el 2014 y el 2019 del Consejo de Administración de Burisma Holding, una de las principales compañías privadas productoras de gas de Ucrania, que a la vez había sido investigada por Shokin. El magnate neoyorkino sostiene que Biden actuó en defensa de su hijo y no en aras del interés general de luchar contra la corrupción al amenazar al liderazgo ucraniano y pedir el relevo de Shokin.

Aunque muchos expertos sostienen que el vástago de Biden nunca debía haber aceptado ese trabajo ya que surgía un conflicto de intereses con su padre, ninguna revelación hasta la fecha apoya la tesis de Trump de que Biden actuó para proteger a Hunter. De hecho, la destitución de Shokin era un clamor generalizado entre las instituciones financieras que prestaban dinero a Ucrania y los líderes occidentales. El curso de los acontecimientos tampoco respalda las acusaciones del magnate neoyorkino. Tal y como ha declarado recientemente a Bloomberg Vitaly Kasko, uno de los ayudantes de Shokin, la investigación sobre Burisma estaba en un cajón desde dos años antes del viaje de Biden a Ucrania en el 2016.

El segundo punto de interés de Trump en Ucrania también implica a un rival político, en este caso a Hillary Clinton, a quien derrotó en las presidenciales de hace tres años. El magnate piensa que los miles de emails de su cuenta personal que fueron borrados por su equipo y por los que fue investigada se hallan escondidos en un servidor radicado en Ucrania, una creencia calificada de “teoría de la conspiración” por varias informaciones periodísticas.

el periodico

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