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El enorme incendio de Canadá avanza sin control y quema 200.000 hectáreas

Nunca se había visto tal destrucción en Canadá por una catástrofe natural. El gigantesco incendio forestal declarado hace una semana en la provincia de Alberta sigue este domingo avanzando imparable y amenaza con extenderse a la vecina Saskatchewan. El fuego, que ya ha arrasado 200.000 hectáreas (equiparables a toda la ciudad de México) continúa desbocado y fuera de control, y se acerca peligrosamente a importantes yacimientos petrolíferos, donde la producción ha tenido que ser paralizada.

El fuego, que se inició el pasado domingo por la tarde cerca de la ciudad de Fort McMurray, a unos 2.600 kilómetros al noroeste de Toronto, se extendió tan rápidamente que días después apenas hubo tiempo de evacuar precipitadamente a sus 88.000 habitantes. Extensas partes de esta población han quedado completamente calcinadas.
Este domingo, a primera hora, las llamas cubrían una zona de más de 2.000 kilómetros cuadrados y el frente se dirigía hacia el sudeste, en dirección a Saskatchewan. Las altas temperaturas, la sequedad del terreno y, sobre todo, los fuertes vientos continúan azuzando las llamas, aunque se esperan lluvias y temperaturas más frescas al final del día. “Ambas cosas nos ayudarían enormemente”, admitió un portavoz oficial, Travis Fairweather.
De los 1.100 bomberos que combaten los 43 incendios en Alberta, una provincia del tamaño de Francia, la mitad se concentran en el área de Fort McMurray, junto con 15 helicópteros y 14 aviones cisterna, destinados a proteger las infraestructuras básicas de agua, telecomunicaciones, gas o electricidad. “La situación sigue siendo imprevisible y peligrosa, se trata de un fuego enorme y peligroso, fuera de control”, declaró Ralph Goodale, ministro de Seguridad Pública de Canadá.
Ante la progresión de las llamas, monitorizada por satélite, las autoridades aceleraron la evacuación de unas 25.000 personas atrapadas en sedes de compañías petroleras, donde se habían refugiado cuando la ruta del norte era la única vía para escapar de los incendios. La evacuación duró tres días, y la mitad de estas personas salieron gracias a un inédito puente aéreo, mientras que las otras fueron escoltadas por la policía en sus vehículos particulares por la autovía 63 hacia Edmonton, la capital de Alberta, situada a 400 kilómetros.
Las autoridades han remarcado que, a pesar de que el fuego ha dejado de arder en Fort McMurray, todavía es muy peligroso entrar en la ciudad. Miles de evacuados acampan en pueblos cercanos, pero tienen pocas posibilidades de regresar pronto, aunque sus casas hayan quedado intactas: el suministro de gas ha sido desactivado, la red de electricidad ha resultado dañada, y el agua no es potable. Funcionarios de la provincia han aconsejado a los desplazados que conduzcan hasta ciudades como Calgary, a 655 kilómetros al sur, donde podrán recibir una mejor atención de los servicios sociales y sanitarios.
La huida del incendio ha dejado huella en muchos damnificados. Después de pasar el susto de su vida en Fort McMurray, Susie Demelo, supervisora de limpieza, recibió al fin una buena noticia. Las últimas imágenes de satélite le mostraron que su casa de alquiler todavía sigue en pie. Demelo y su pareja no tenían asegurados sus bienes. “Me siento bendecida y agradecida”, afirmó. “Y además, nadie ha muerto en el incendio”, añadió.
Algunos residentes se han quejado de la falta de información sobre el estado de su ciudad, como admitió el jefe de bomberos, Dardy Allen. “Sabemos por todas las llamadas que están frustrados porque no tienen información sobre sus casas. Estamos trabajando duro con ello, es un proceso complicado”, explicó. Todo indica que la catástrofe se va a convertir en el desastre natural más costoso de la historia de Canadá. Un analista estimó que las pérdidas económicas podrían superar los 7.000 millones de dólares (6.137 millones de euros).
Los incendios en Alberta, principal región petrolífera de Canadá, han causado también un notable perjuicio al sector. Según Reuters, la proximidad del fuego ha obligado a reducir la extracción de crudo a la mitad, es decir, en un millón de barriles al día. Algunas compañías han tenido incluso que paralizar su actividad, lo que supondrá un duro golpe para la economía local. Antes de la catástrofe, Alberta sufrió un aumento del paro de 21.000 desempleados en abril, que sin duda aumentarán con la evacuación de miles de trabajadores que tardarán largo tiempo en poder regresar a sus casas, según han avisado las autoridades.
El periodico

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