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La victoria de la oposición en Estambul abre una vía de agua en el partido de Erdogan

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha manejado en política con la habilidad de un buen jugador de póker: siempre que ha doblado su apuesta, se ha llevado la mano. Por ejemplo en 2015, cuando perdió la mayoría en el Parlamento y parte de su partido le recomendó una coalición. No, volvió a las urnas y recuperó la mayoría absoluta. Ahora, en cambio, puede haber cometido el error más grave de su carrera política: al forzar la repetición de elecciones en Estambul y cosechar una dolorosa derrota ha dado esperanza a una oposición hasta este momento alicaída y carente de liderazgo. Y lo peor para él: se ha roto el silencio en las filas de su partido.

La victoria del socialdemócrata Ekrem Imamoglu con más del 9% sobre el candidato del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), ha removido las aguas de un partido que hasta ahora se caracterizaba por su estructura monolítica y se regía por la máxima guerrista del “quien se mueve no sale en la foto”.

Desde que se conocieron los resultados se han sucedido las declaraciones de miembros del AKP, exdiputados y columnistas de la prensa progubernamental que exigen una reflexión y un cambio de políticas o, avisan, esto puede convertirse en el principio del fin de la hegemonía islamista en Turquía. Ya en la tarde del domingo, algunos militantes del AKP profirieron gritos de “dimisión” ante la dirección provincial del partido en Estambul, aunque entonces apareció el ministro de Interior, Süleyman Soylu, y les exigió callar.

Muchas de las críticas se dirigen a la llamada facción de los Pelícanos, a la que se considera responsable de convencer a Erdogan de repetir las elecciones de Estambul. Este grupo de presión —definido como “un partido dentro del partido”— es actualmente el que más influencia tiene en el entorno de Erdogan, y sus máximos representantes son el yerno del presidente y ministro de Finanzas, Berat Albayrak, junto a varios dirigentes del partido y columnistas ligados a consorcios mediático-empresariales con importantes intereses en el sector de la construcción en Estambul. Mantener el Ayuntamiento, con su abultado presupuesto y jugosas concesiones municipales, era una cuestión vital para los intereses de este grupo. Sin embargo, pese a las críticas que se les hace de haber asesorado mal al presidente, los Pelícanos no hacen signo de contrición. Los periódicos ligados a esta facción calificaban el lunes la victoria de Imamoglu como el triunfo de “los terroristas” y “la política de las mentiras”. Otro miembro del grupo, Hasmet Babaoglu, escribe en el diario Sabah que “si hay polarización, que la haya”.

No sólo miembros del partido están molestos con los tejemanejes de los Pelícanos: dos fuentes confirmaron a este periodista que círculos financieros han pedido a Erdogan la cabeza de Albayrak, insatisfechos por su gestión de la crisis económica que vive el país. Sin embargo, la ligazón familiar que le une al presidente hace difícil que pueda perder pie en el Ejecutivo.

“La dirección del partido y nuestro distinguido presidente han cometido errores. [Por ejemplo] este favoritismo a los parientes y otras cosas que todos sabemos (…). La gran Turquía no puede ser dirigida como si fuese una empresa familiar”, denuncia Nedim Yamali, exdirigente del AKP, en las páginas del diario islamista Yeni Akit. “En lugar de culpar a otros hay que empezar a preguntarse en qué nos hemos equivocado”, dice a EL PAÍS el escritor y periodista islamista Abdurrahman Dilipak, criticando el nepotismo, la corrupción y las políticas “del miedo” del AKP: “Debe haber un cambio en el Gobierno, y también en la dirección del partido y en la Administración. El AK Parti debe escuchar estos avisos y quienes impidan [al presidente] escucharlos deben ser apartados del partido. De otra forma, el AK Parti se irá tal como vino”.

Las críticas no hacen sino incrementar los rumores acerca de una escisión en el AKP. De acuerdo con varios medios, antiguas figuras de peso como el expresidente Abdullah Gül y el ex primer ministro Ahmet Davutoglu —él mismo desbancado del poder hace tres años por una maniobra palaciega de los Pelícanos—, se preparan para presentar el próximo otoño un nuevo partido que recupere los valores fundacionales del AKP como formación de centroderecha liberal. Según cálculos de Orhan Bursali, del diario opositor Cumhuriyet, “al menos treinta diputados” de los 291 que tiene el AKP podrían pasarse al nuevo partido. La noche de la victoria de Imamoglu, el exdiputado islamista Selçuk Özdag tuiteó: “A partir de hoy, las cartas de la política se barajarán de nuevo y surgirán nuevos actores políticos. Esta es una de las consecuencias más importantes de estas elecciones”.

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